lunes, 9 de enero de 2012

Textos argumentativos

Ejercicio: Lee cada uno de los textos y luego elabora una ficha donde recojas:
Texto:
-Tema (objeto):
-Tesis:
-Argumentos:



Texto I
8 Enero 12 - - Alfonso Ussía
Entiendo que para los niños la Cabalgata de los Reyes Magos es un espectáculo emocionante, mágico y deslumbrante. También cansadísimo. El pocentaje de catarros infantiles después de la Cabalgata es altísimo. Tengo para mí que cuanto menos vean los niños a los Reyes Magos, más creerán en ellos. Lo escribo por propia experiencia. Dejé de creer en los Reyes en la única ocasión que mis padres me llevaron a la Cabalgata. A Baltasar lo habían pintado de negro, y se notaba. Y las barbas blancas de Melchor y pardas de Gaspar, eran de pega y se adivinaba a distancia. Al menos, se trataba de una Cabalgata  de Reyes en su estado más primitivo. Desfilaban los pajes, los camellos, los caballos y los Reyes Magos. Nadie más. Ahora los niños se constipan más porque desde que comienza la Cabalgata  hasta que llegan los Reyes en unas carrozas nada apropiadas para mantener la fe y la ilusion de los inocentes, transcurren tres horas de artilugios rodantes innecesarios, con personajes de la televisión, mensajes comerciales y publicitarios y demás añadidos multicolores que nada tienen que ver con la Epifanía. Para colmo, en algunas carrozas, lanzan caramelos a los niños, y todos los años hay heridos entre el público. Ya de lanzar caramelos, que tiren gominolas, que sólo hacen daño a las muelas, pero no a los pobres niños que acuden a ver a los Reyes Magos y los reciben a caramelazo limpio.



Texto II
En pleno delirio del despilfarro, los políticos decidieron construir en distintos lugares de España, trenes ave sin viajeros o aeropuertos sin aviones. Por supuesto que también se han gastado cantidades ingentes de dinero en financiar conferencias sin asistentes, coloquios sin participación, libros sin lectores o cursos de formación para maquillar el paro. Pero todas esas camelancias tienen un costo relativamente modesto. Construir un aeropuerto en un lugar en que no se necesita cuesta un ojo de la cara. Solo la protección a empresas amigas o la decisión de facilitar comisiones y mordidas pueden explicar la pirueta, nunca justificarla.
El caso del aeropuerto de Castellón resulta paradigmático. Su construcción le costó al gobierno valenciano y a la diputación castellonense una cantidad ingente de dinero. A 300.000 euros se elevó la factura de una escultura a la entrada. Nadie quiere ni a nadie le hace falta volar a ese aeropuerto porque existen alternativas más razonables. Estamos ante un aeropuerto sin aviones. Pero lo más asombroso de este asombroso caso es lo que cuenta Lorena Ortega desde Castellón. En los últimos años se han despilfarrado 30 millones de euros para hacer publicidad de un aeropuerto sin aviones. La Comunidad Valenciana está zarandeada por una deuda agobiante y un déficit atroz. Se comprende que así sea cuando se conocen casos como este. Verter un río de dinero en un aeropuerto innecesario y después gastarse 30 millones en hacer publicidad de una entelequia no tiene otra explicación que la inepcia supina o el propósito de favorecer a amiguetes y a paniaguados. En todo caso, la tropelía resulta ruinosa para la Comunidad Valenciana, con gravísima repercusión en el conjunto de España.
Es necesario, en fin, poner de relieve las incongruencias y despropósitos cometidos por la clase política en los últimos años y que han ahondado la crisis hasta extremos indigeribles. Que cada palo aguante su vela. La entera clase política -tanto los populares como los socialistas- es responsable de la desmesura en el gasto público, del despilfarro general y del pertinaz derroche.

Luis María ANSON
de la Real Academia Española
Texto III

Muerte y resurrección del Estado de bienestar

JOSÉ LUIS PUERTA 09/01/2012
Cuando la marcha del progreso, que percibimos como imparable, hace una inflexión y nos vemos amenazados por males ya superados, aceptamos cualquier explicación, excepto una: que nuestra suerte es también la consecuencia de nuestras faltas. Por eso, si queremos que los derechos sociales no queden estancados y se pudran, es menester superar antes un importante obstáculo. Un error que nos impide entender qué son las prestaciones sociales. Pues hemos mezclado dos conceptos: el derecho que todos tenemos a una asistencia sanitaria o una educación de calidad con su gratuidad universal, sin que importe el nivel de renta de sus beneficiarios. Desenfoque que muchas veces hace que los pobres subvencionen a los ricos.
Es un error mantener la protección social al borde del colapso para perpetuar soluciones universalesUn ejemplo de esto es el cheque-bebé, pues Zapatero no se conformó con crear un subsidio para corregir nuestra baja natalidad, apoyando a aquellas ciudadanas que la falta de recursos las disuade del embarazo, medida que hubiera sido inobjetable; sino que, por puro prurito ideológico, lo universalizó y extendió también a las mujeres con ingresos elevados, cuya decisión sobre ser o no madre no guarda relación con su peculio. El descarrío costó 4.000 millones de euros y tan necesaria ayuda para muchas familias se suprimió.